V
isitaba una iglesia en el corazón de la ciudad. Había en la tarima un pequeño televisor de pantalla plana con un mensaje que leía: “Apague su teléfono celular durante el servicio, ¡no lo necesita para hablar con Dios!”Aunque una porción de la frase es cierta, no necesitamos un celular para hablar con Dios, el tener que apagarlo durante el servicio demuestra una actitud por lo menos de recelo hacia la tecnología.
Tal vez sí lo necesito para que Dios me hable a mí al leer la Biblia electrónica, para tomar anotaciones del sermón, para grabar esa canción nueva de adoración para buscarla después o para postear en las redes sociales algún detalle importante que va a bendecir a alguien más. No se nos ocurriría poner un letrero en la entrada que leyera: “Cierre la Biblia durante el servicio, no la necesita para hablar con Dios.”
La actitud que tengamos hacia la tecnología es la clave. La tecnología puede cumplir funciones importantes dentro del ministerio, pero también tiene sus restricciones. Jesús criticó con frecuencia la religiosidad de los fariseos y advertía a sus discípulos a no actuar como ellos porque, les decía:
…hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos.
Mateo 23:5
Fíjate que no dijo que se dejaran de usar las filacterias y los flecos – tecnología de ministerio – o que se las quitaran antes de entrar a la sinagoga, sino que corrigieran la actitud. Lo que quiero decir con esto, es que en algún lugar debe haber un balance. Un balance entre una iglesia que abraza la tecnología de la época y que al mismo tiempo entiende sus deficiencias. Para ayudarte a encontrar ese balance, aquí tienes estas 3 limitaciones de la tecnología en el ministerio.
La tecnología no media tu relación con Dios
Las filacterias son unas cajitas que guardan porciones de las Escrituras y se atan a la frente y al brazo (Deuteronomio 6:8). Funcionan como recordatorios de que la palabra de Dios debe conectar nuestra manera de pensar con nuestra manera de actuar (Mateo 23:3), pero nunca como un instrumento supersticioso que nos conecta con Dios.
Un dato curioso es que la palabra filacteria misma proviene del griego que significa amuleto. Los griegos las veían como amuletos, pero tanto para los judíos como para los cristianos los amuletos son idolatría; no podemos poner la fe en un objeto incapaz de mediar tu relación con Dios. El libro de los Hechos describe este principio de la siguiente manera:
Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres (Hechos 17:29).
Ninguna tecnología puede mediar entre Dios y los hombres. Sólo Dios puede mediar y sólo Dios puede conceder aquello que le pertenece. ¡Piénsalo! Tu teléfono no puede darte salvación, tu sitio web no puede hacerte más santo ni tus redes sociales pueden quitar la maldad de tu corazón.
La tecnología substituye tu labor ministerial
Es bien sabido que el apóstol Pablo era un experto fabricando tiendas. Aunque había dedicado su vida a la predicación del evangelio, fue un ministro bivocacional, que mantenía un balance entre su oficio y su labor ministerial.
La tecnología que conocía le permitió a Pablo hacer alianzas con Aquila y Priscila en Corinto, y juntos obtener los recursos para financiar sus viajes misioneros. Pero no se dedicó a la exclusividad de su oficio, sino que lo usó para seguir enseñando y predicando.
Y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas (Hechos 18:3).
La tecnología puede darte recursos para hacer ministerio pero nunca podrá hacer el ministerio por ti. ¡Piénsalo! Tu teléfono no puede hacer discípulos, tu sitio web no puede orar por los demás, ni tus redes sociales pueden predicar por ti.
La tecnología no permanece para siempre
En un pasaje que narra la caída de la Babilonia figurativa, el libro de Apocalipsis hace una lista de todas las tecnologías que han de desaparecer de la ciudad. Así como los fariseos se jactaban de sus grandes filacterias y grandes flecos, la tecnología se había convertido en objeto de orgullo para Babilonia.
Entonces el ángel declara una sentencia mortal: La ciudad desaparecerá, junto con su orgullo y con su tecnología.
Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti (Apocalipsis 18:22).
A pesar de que nos aferremos a cierta tecnología, el libro de la Biblia versus la Biblia electrónica, por ejemplo, ninguna tecnología es para siempre. Hay tecnología que necesitamos cesar para darle cabida a la tecnología nueva; salir de Babilonia para entrar en la Nueva Jerusalén, también en sentido figurado. ¡Piénsalo! Tu teléfono necesitará de un upgrade, tu sitio web tendrá que ser rediseñado y tus redes sociales eliminarán funciones viejas para darle espacio a las nuevas.
Te preguntarás por qué he escogido estos tres pasajes sin relación aparente entre sí. Pues estos tres son los únicos pasajes bíblicos que contienen la palabra griega tecné, de donde proviene la palabra tecnología. Toda escultura de arte, oficio manual o artífice tendrá un lugar en el ejercicio de tu ministerio, pero nunca lo podrá suplantar. Tendrá limitaciones prácticas y espirituales que nunca podrá superar.
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